jueves, 14 de julio de 2011 | By: Aline

Beyond of Times: Arrive

Capítulo III: Arrive.

El Aeropuerto Internacional de Toronto estaba atestado de gente, tanto que la temperatura baja del ambiente fuera de él no se sentía, además de ello e intentar moverme entre toda esa gente alta para mí era difícil, pues debía estar constantemente mirando sobre las puntas de mis pies en busca de mi tío, al que no había visto en los últimos seis años.

Fue entonces cuando lo vi, con su estilo histriónico levantaba un pequeño cartel con mi nombre en japonés lo suficientemente alto como para que yo pudiera verlo entre el gentío. Su rostro me recordaba exageradamente a mamá, tenía la misma forma de cara y los ojos del mismo color, aunque los de él era pronunciadamente más rasgados y pequeños.

Él me abrazó con fuerza al tenerme a su lado, aún cuando yo sólo le dediqué un par de palabras y una reverencia. Para la sociedad en la que estaba acostumbrada a vivir, un abrazo era una muestra de afecto extremadamente íntima y por eso se tendía más bien a saludar agachando el torso en ángulo, en forma de respeto, ahora recordaba que estar en otro país con una mentalidad completamente distinta al que nací y con más libertades morales incluso, sería algo a lo que me costaría adaptarme. Por lo menos eso pienso, además de tratar de entender a la perfección todo lo que me decían en inglés.

Diré que no soy una experta y que en la escuela me más enseñaron el inglés británico, que el estadounidense y ni hablar del canadiense.

Creo que el acento será lo más dificultoso, sólo espero no hacer el ridículo cuando llegue al instituto.

Tío Hajime prendió el calefactor cuando estuvimos dentro del auto, el frío afuera era espantoso, incluso para mí… a mediados de octubre en Tokio, la temperatura no era tan baja. No creo que estemos a más de seis grados.

Él me hablaba sobre la cama nueva y la reorganización de la pieza de Keiko, mi prima con la que nunca tuve una relación muy estrecha, donde dormiría hasta que la buhardilla estuviera en condiciones optimas para ser habitada por mí.

Dice que la habitación que ocuparé, quizás en una semana más como máximo, estaba llena de telarañas y hongos porque la usaban más bien como una bodega para todos los viejos cachivaches que sus hijos descartaban y que Tía Arima no se atrevía a botar. El estado de la habitación era horrible, así que cuando tuvieron la certeza de mi llegada, comenzaron a despejar el lugar, botando a la basura lo inservible y regalando los objetos que podían salvarse, que habían desinfectado las paredes y las habían empapelado con un bonito mural, él aseguraba que venía a mi estilo… yo no estoy muy segura de ello, y que habían comprado un nuevo armario, arreglado un escritorio que él alguna vez usó para que pusiera mi computadora, un librero viejo que tenían sin utilizar desde hace años y una pequeña cómoda para guardar la ropa que no dejaba en el armario. Eso, sin contar la cama que habían mandado a arreglar y que ahora reposaba en la pieza de mi prima hasta que terminaran con un pequeño problema con el seguro de la ventana y el de la puerta, más una nueva estufa que estaban instalando.

Toronto era una ciudad enorme, tan enorme como lo era Tokio, mientras pasábamos por el centro, me fijaba en los grandes rascacielos y los grandes monumentos, la gente iba y venía por todos lados, concentrándose en las estaciones de tren y los parques. Tenía suerte de haber llegado un fin de semana, que por cierto no era como en Japón, donde el sábado era día de semana mientras que aquí era día de descanso.

Los suburbios eran más llamativos aún, sus casas eran más bien de un lindo estilo victoriano. ¡Cierto!, ahora recuerdo que desde el octubre del año pasado he estado viendo en la televisión una serie dónde tres hermanas brujas viven en una casa como estas.

― Allá está nuestra casa, sobrina―Tío Hajime me guiñó el ojo rápidamente―Es esa, la de color rojo.

Oh, dios, era como ver la casa de las Hechiceras.

Jueves 17 de Marzo, 01:38 hrs.

Alheia: Capítulo IV

Pasantes


El viejo líder apretó la mano fuertemente del jefe de los pasantes, la sonrisa de ambos atestiguaba que eran bienvenidos en el pueblo para quedarse tanto como fuera necesario.

Alheia miró intrigada desde lejos junto a los demás jóvenes de la aldea, haciendo una pequeña diferencia… ella siempre había sido curiosa con todo lo extraño, así que no dudó en encaramarse en un árbol y observar desde allí, a pesar de que el viento helado del invierno azotara su cara.

Desde abajo, las chicas de su edad gritaban ansiosas por saber qué es lo que veía y Alheia les transmitía muy escuetamente las acciones de sus padres y del líder ante las inesperadas visitas.

Theil se trepó a la rama junto a la de ella, Alheia emitió un bufido al verlo. Cierto era que se había vuelto más ágil por su estirón. De acuerdo, llegaba hasta ser intimidante por la altura que presentaba a sus cortos trece años, a cambio ella… había crecido poco, sus caderas se había ensanchado y sus pechos habían crecido ¡y hasta llegaban a molestarle! Todas esas diferencias físicas, la hacían enojarse. Por tanto, mantuvo la vista al frente para fijarse en un muchacho que desde el principio, y muy descaradamente, le había llamado la atención.

Se notaba a kilómetros que él era mayor que ella, sus facciones lo delataban, alto, casi del porte de su padre; desgarbado, con el cabello castaño y la piel tostada, pero desde lo lejos que estaba apenas podía distinguir que el color de sus ojos era negro… o algún color que llegara a ser tan oscuro y que su nariz era más bien larga.

El corazón de Alheia golpeó fuertemente contra su pecho cuando el desconocido, como si hubiera sentido su presencia, volteó a verla directamente y le sonrió. Alheia supo que esa sonrisa era para ella, que nadie más la recibía. Se sintió tonta y torpe, más no le importó que el resto le gritara que querían saber qué ocurría, ella alzó la mano y en un gesto tímido, incluso para ella, le saludó.

Él muchacho, en cambio, alzó sus labios y mostró sus dientes, haciendo que las mejillas de Alheia se arrebolaran.

― ¿Qué haces? ―Theil saltó a su rama y bajó su mano en un gesto brusco.

―No molestes―bufó en respuesta y sin mirarle.

―Es un completo desconocido―le señaló.

―No creo que por mucho―sonrió emocionada, casi podía decir que gritaría de felicidad ante la posibilidad de un futuro encuentro. Así que cuando vio que los adultos se disponían a regresar a sus labores y que las familias que componían a los pasantes eran guiadas por algunos hacia sus hogares, Alheia saltó del árbol y cayó grácilmente en la nieve, como si se tratara de un gato.
Podía regodearse ante todas las chicas que ella era la más fuerte y ágil de todas ellas.

― ¡Papá! ―llamó mientras sus gruesas botas se hundían en el manto blanco. Él giró su rostro y alzó la mano en un saludo a su hija. Alheia corrió, superando las dificultades del terreno y se estrelló contra el costado de su padre, rodeándolo con sus brazos.

―Ella es mi niña, Alheia Varileth―dijo con la seriedad que lo caracterizaba antes de que su padre la tomara cariñosamente del hombro para presentarla a un par de desconocidos en los que recién caía en cuenta. Quiso morir cuando se percató que el hombre mayor con el que hablaba su progenitor, tenía al lado al muchacho al que había saludado.

―Tiene usted una hija muy bella―respondió el hombre. Alheia sonrió nerviosa―debe tener una gran cantidad de pretendientes, ¿no le preocupa?

Su padre rió en contestación.

― ¿Preocuparme? Que no le engañe su apariencia―respondió con gran dicha, Alheia sintió subir sus colores a sus mejillas al saber lo que vendría―sé muy bien que mi hija es bella, pero por dentro es un fierecilla indomable. Creo que nunca seré abuelo, temo que espanta a todos los muchachos del pueblo.

Roja como una manzana en plena primavera, Alheia bajó la vista instintivamente, incapaz de mirar al muchacho frente a ellos.

―Pues con la velocidad en que ha saltado y corrido hasta aquí, creo que una muchacha así es sorprendente.

Alheia dejó escapar el aire retenido y alzó el rostro para ver al muchacho que, efectivamente, tenía los ojos negros como el carbón.

―Muy buenas palabras, hijo―sonrió el hombre junto a él.

― Deberías decirle eso a mí madre―se atrevió a decir. El muchacho la miró unos segundos antes de responder con enorme sonrisa.
―Por supuesto, se lo diré con mucho gusto.
martes, 28 de junio de 2011 | By: Aline

Alheia: Capítulo III

Determinación


Alheia tomó el pedazo de espejo que encontró entre toda esa ruina que correspondía a su casa y el primer cuchillo que sobrevivió al incendio que había logrado detener, agarró su largo y sedoso cabello castaño y, sin remordimiento,… lo cortó sin importarle que tan mal le quedaran los mechones. Se tragó el dolor y lo guardó en lo más recóndito de su alma, buscó en otras casas algunas vendas y ropa de hombre, que pudiera ajustar a su cuerpo delgado, y se la arregló lo mejor que pudo. Al verse nuevamente, parte de sí misma se sintió realizada.

Hombre, podía pasar perfectamente como un hombre de facciones afeminadas, pero sonrió amargamente al recordar lo que la había empujado a tomar estas medidas.

Una noche y medio día había tardado en dar sepultura a los habitantes del pueblo, que para suerte suya… no era muy grande y sus habitantes tampoco eran tantos. Y cuando el sol ya se ponía hacia el mar, con el corazón estrujado, Alheia dejó unas cuantas flores silvestres en la tumba de su familia, se echó el bolso lleno de los ungüentos de su madre; un par de mudas y una frazada para la noche al hombro y guardó las dagas que había encontrado en ambas botas.

Debía ser fuerte, debía encontrar pistas, debía alcanzar a su hija a donde fuera que la hubieran llevado.

Alheia miró el atardecer al salir de su pueblo muerto, sabiendo que era poco probable que regresara a él después de encontrar a su niña. Suspiró, conocía el bosque desde principio a fin, tenía ventaja todavía ante la poca experticia e ignorancia de ellos.

Con suerte… los lograría alcanzar en un par de días.
jueves, 23 de junio de 2011 | By: Aline

Alheia: Capítulo II

Remembranza


El sabor y la textura le provocaron arcadas, sus manos viajaron a su boca quitando desesperadamente el barro sobre sus labios y luego volvió a escupir fieramente para proferir una sarta de palabrotas en repuesta a la risa de sus amigos ante su desgracia. Alheia alzó el rostro, furiosa, y fijó sus ojos llameantes en el corpulento chico frente a ella, él sonrió arrogantemente en respuesta y se echó a reír un rato, hasta que ella le escupió un poco más de barro a la suela de sus botas, manchando el pelaje blanco en la cima de estos.

―Deberías saber perder―gruñó el muchacho al ver el manchón.

― ¡Cállate, mierda! ―le gritó mientras se levantaba. El cuerpo entero le dolía, pero su orgullo le impedía, siquiera, dejar escapar una lágrima.

El chico frunció el ceño y chasqueó la lengua en respuesta, el resto del grupo se quedó en silencio para escuchar con claridad lo que el muchacho iba a decirle.

―Mira, Alheia―dijo suave y amenazadoramente―tú eres una niña y una niña jamás será tan fuerte como un hombre. No entiendo por qué te empeñas tanto en pelear con nosotros, no hay forma ¿de acuerdo? Jamás serás un chico.

― ¡Eres un idiota, Theil! ―le gritó― una mujer puede ser tan fuerte como un hombre, puede ser mucho más que él y un día te lo voy a demostrar, para que tú bocota se quede bien cerrada―su dedo se hundió en el pecho de él, Theil gruñó en respuesta y le apartó la mano de un manotazo.

―Un día vas a terminar mal por tu idiotez―le advirtió y se alejó de ella―ve a casa, te vez horrible embarrada.

El resto se echó a reír nuevamente y caminaron en dirección al pueblo. Theil le dio un último vistazo a Alheia y le sonrió avergonzado, la muchacha hizo caso omiso a su cariñosa mirada y desvió la vista desdeñosamente.

Furiosa consigo misma, Alheia no escuchó a su mejor amiga ni hizo caso a sus constantes agarres para detener su andar. Alheia cojeó, embarrada de pies a cabeza, agarrando su estómago que había recibido un buen par de puños por el imbécil niño al cual todo el pueblo adoraba, las chicas… hasta las de su misma clase social, se reían a su andar o la miraban en son de burla, pero no le importó, siguió con la cabeza en alto, atravesó el camino principal sin derramar ni una lágrima ni apartar la vista del frente hasta llegar a su pequeña casita junto al risco.

Su madre dejó escapar un bufido al verla llegar de esa manera y le hizo señas para que entrara a su casa junto a ella. Alheia suspiró y dio media vuelta para despedirse de su amiga con un movimiento de mano.

Su madre había dejado la canasta llena de hierbas que traía en el brazo sobre la mesa y caminó hacia una alacena llena de frascos con extrañas pastas en su interior.

Sin decirle ni una sola palabra, Alheia se sentó en el banquillo más próximo y dejó que su progenitora le quitara la ropa para luego empezar a untar en su cuerpo la pastosa medicina que ella hacía para los moretones. Claro estaba para la niña que su madre no iba, por ningún motivo, a darle el ungüento para el dolor muscular, era típico… ese era su castigo por pelear con chicos.

―Alheia… ¿hasta cuándo? ―le preguntó. La niña no emitió sonido alguno y cerró los ojos―años atrás, a nosotros no nos importaba que jugaras con ellos, quizá ese fue nuestro error.

―No es cierto―gruñó ella en respuesta.

―Eres mujer, tu cuerpo no tiene la capacidad física que poseen los cuerpos de los hombres, no estás hecha para pelear, no estás hecha para cazar, menos estás hecha para desafiar los límites.

Su madre era sabia, las mujeres del pueblo tendían a buscarla para pedir sus consejos, pero Alheia tendía a obviarlos con gran facilidad y a decir cosas que no correspondían.

―Yo no vine a este mundo a ser sólo un contenedor de bebés―gruñó, ella quería ser un hombre, en su alma sentía que ella realmente era un hombre. Su madre la miró atónita y en un arrebato de furia y enojo, hizo algo que jamás había hecho.
Alheia la observó a atónita por la reacción y tocó su mejilla adolorida.
―Prepararé el baño, no quiero que tu padre te vea en esta situación tan degradante.

La mujer se dio la vuelta y se perdió al atravesar el portal hacia otra habitación, Alheia dejó escapar un sollozo cuando dejó de verla y bajó la cabeza por primera vez en el día. Cuando su madre pronunció aquellas palabras, sintió algo que nunca había sentido hasta ahora: vergüenza de sí misma.

miércoles, 22 de junio de 2011 | By: Aline

Alheia, el llamado de la sangre. Capítulo I

Alheia
El llamado de la sangre


Caos

            De pronto, el silencio se cernió sobre el bosque de una manera en que nunca había ocurrido en todo lo que llevaba de vida, no había ave que piara, ni ardilla que royera la cáscara exterior de una bellota, aquello tan inusual provocó una oleada de terror en el cuerpo de la mujer que, con él corazón contrariado, dejó caer el cuerpo del venado al suelo y comenzó a llorar sin motivo aparente.
            Sus extremidades se movieron ágiles, la piel de sus pies se rompió al contacto con las piedras filosas en la tierra, su respiración era desigual y en su costado apareció la clásica punzada por no respirar como era debido al hacer ejercicio, pero aún a pesar de lo incómodo que le resultaba la situación, ella no lo notó, sus pensamientos tenían sólo una forma: La aldea, su gente… su familia.
Llevaba un buen tramo recorrido, esquivando árboles, raíces que sobresalían y ramas bajas, cuando el silencio se rompió por el ruido de los cascos de caballos acercándose, Alheia, con el rostro contrito y no dispuesta a dejarse atrapar por quien fuera que estuviera merodeando el territorio, se detuvo en seco y buscó refugió trepando a un árbol de frondoso follaje, el que le permitía no ser vista por nadie, pero ella ver todo a su alrededor sin temor, sin embargo, cuando estuvo instalada en una rama lo suficientemente alta y gruesa; el horrible aroma de carne quemada llegó hasta su nariz, seguida por el olor de la madera que se chamuscaba. Alheia, horrorizada, miró hacia arriba haciendo a un lado un par de ramas que le impedía ver el amplio cielo y divisó hilos de humo negro que se esparcían en dirección del viento. Sudaba frío y su respiración ya no podía ser más complicada en ese momento. Las columnas negras venían de la aldea.  

Gritaron en una lengua desconocida para ella, Alheia bajó la vista y soltó despacio las ramas que había apartado, unos metros bajo ella, un par de soldados se habían detenido, justo a un lado del grueso tronco de su refugio. Ella se contuvo de gritar, pero su mano viajó a su pecho, como intentando contener el rápido latir de su corazón nervioso, los había reconocido porque uno de ellos, con la capa al viento, llevaba en él  la imagen del perro de la muerte, el símbolo supremo del reino vecino. ¿Qué hacían ahí? No era muy difícil de adivinar, intentaban invadir Irión en un ataque sorpresa. A Alheia, este descubrimiento la dejó helada, la posibilidad de que se vieran descubiertos era un riesgo muy grande como para dejar a alguien vivo. El caballo con la armadura puesta relinchó en protesta ante el intento de su jinete a seguir adelante. El hombre cubierto de pies a cabeza le gritó algo al otro y obligó al animal a seguir adelante, internándose en el bosque.
Alheia se dejó caer al suelo cuando los cascos se escucharon lo suficientemente lejos como para no oír sus movimientos y comenzó a correr nuevamente hacia su hogar.

― ¡Imawen, Theil! ―gritó cuando estuvo cerca, saltando entre troncos caídos y subiendo hacia la colina en donde se erigía su pueblo, sus ojos veían horrorizados el fuego que aún quedaba y las numerosas columnas de humo negro y desagradable olor, la ceniza caía en su cara mientras saltaba una  pequeña muralla de piedra y finalmente se detenía para observar que todo lo que ella amó... estaba destruido.

            Alheia reconoció el cuerpo maltrecho de su mejor amiga, cubriendo con desespero el cuerpo de su hijo recién nacido, también muerto y cubierto de cenizas que, seguramente, habían terminado por asfixiarlo, más allá de ella, la casa en la que vivía se encontraba en llamas y el cuerpo calcinado de un hombre se encontraba apoyado en una roca del jardín, con una enorme herida en el estómago, sus ojos estaban abiertos aún, pero no la veían. Alheia dejó escapar un sollozo mientras dejaba atrás a su amiga y a su familia y se internaba en el centro del caos, donde hombres y mujeres, ancianos y bebés se encontraban tirados en sendas charcas de sangre, o quemados hasta no reconocerse. Alheia sabía que era poco probable, sabía que lo que estaba hacia el otro extremo del pueblo, hacia el lado del risco, no era algo bonito sino una cosa que iba a desear olvidar y la atormentaría por el resto de su vida, pero ella no se detuvo, siguió caminando, tratando de obviar los cadáveres de su gente y con el propósito claro de llegar a su hogar y cuando lo hizo, cuando vio ese par de casas a medio consumir por las llamas, echó a llorar y a correr, gritando el nombre de sus familiares.
            Pronto, su corazón se contrajo y comenzó a rajarse, el cuerpo de su madre fue el primero que logró encontrar, la flecha que atravesaba su cuello la había matado al instante, pero la expresión en su rostro la perturbó como nada en su vida. Había intentado gritar y lágrimas secas cubrían su pálido rostro. Alheia, extendió su mano y con cuidado bajó los párpados helados de la que la había traído al mundo y volvió a mirar a su alrededor. Siguiendo la dirección en la que miraba su madre, se acercó a la muralla en la que ella se había encaramado tantas veces cuando niña y miró al vacio, donde otro cuerpo; que ella reconoció, se encontraba atravesado por una lanza. Su padre estaba demasiado abajo como para alcanzarlo y tocarlo por última vez. Alheia se apartó, se preguntaba el por qué tenía que ser así,  por qué de todos los lugares por los que hubieran podido cruzar, se les ocurrió justo este.

 ―Alheia…

            La susodicha se volteó rápidamente al escuchar su nombre, reconocía esa voz tan amada, la de su marido, su amigo y compañero. Rió al verlo apoyado en la muralla, lo suficientemente lejos como para no notarlo cuando entró al jardín, corrió hacia él y se dejó caer a su lado sosteniendo su rostro ensangrentado y cubriéndolo de besos al verlo vivo.

― ¿Dónde está Imawen? ―le preguntó en medio de su llanto mientras él acariciaba torpemente su antebrazo.

            Él la miró, sus ojos se veían cada vez más opacos. Había furia en ellos, una furia hacía sí mismo, la impotencia lo estaba carcomiendo por dentro, Alheia se daba cuenta de esto mientras caía en la cuenta que a su hija le había ocurrido algo peor que la muerte.

― ¿Dónde está? ―insistió, la desesperación fue tomando terreno― ¡¿Theil, dónde está Imawen?!

            El hombre dejó escapar una lágrima.

―Se la han llevado… junto a la mayoría de los niños―pronunció dificultosamente. Alheia palideció.

― ¿Qué?

― Creo que los venderán como esclavos… eso es lo que entendí. Perdóname, por no haber…

―Theil―le dijo mientras besaba su frente y lo abrazaba con fuerza, este a duras penas la correspondió.

―Tienes que alcanzarlos―musitó―antes de que se mezclen entre los nuestros.

―Primero tengo que curarte―apresuró a decir mientras se apartaba y caía en cuenta que su pareja tenía una herida en el estómago por la cual seguía brotando una gran cantidad de sangre.

            Alheia no era tonta, sabía que esa herida no podría curarse, al menos no en ese lugar, sin nada con la que pudiera coserlo y vendarlo. Su pueblo estaba lo suficientemente aislado como para no lograr llevarlo a algún lado.
            ¡Esto no podía estar pasando! Se dijo mientras volvía a abrazarlo y a llorar, él acarició su espalda, furibundo.

―Debí estar aquí―susurró.

―No, no debías―respondió―tu deber es encontrarlos.

            Ella asintió quedamente, él sonrió contra su pecho. El aroma de su mujer lo inundó y las imágenes de ellos dos cuando aún eran niños lo invadieron, habían sido grandes momentos, unos muy hermosos recuerdos.

―Theil, buen viaje… amor―los brazos de él comenzaron a soltarse, a volverse flácidos y resbalar por la espalda de ella, incapaces de mantenerse en el sitio que él quería.

―Tú también, amor―susurró y cerró los ojos―encuéntrala.

            Alheia supo que había muerto, que él ya no abriría sus ojos como todas las mañanas, que no le sonreiría cuando se despidiera para ir de casería o a arrear el ganado, que no lo escucharía reír cuando cargara a su hija en brazos, ni lo vería entrar cansado por la puerta ni acostarse en las noches a su lado. Theil había muerto, toda su gente había muerto, excepto su hija y no sabía cuántos niños más que iban a sufrir un destino peor si no lograba alcanzarlos. 


Ilusión rota


Disclaimer: Los personajes pertenecen a J.K. Rowling, yo los he tomado por diversión.
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Su orgullo siempre había sido ser un sangre pura, heredero de una antigua y prestigiosa familia relacionada con los magos más ilustres que hubiesen existido, sus padres le repetían con cierto dejo de soberbia, que ahora sólo recién lograba percibir, que siempre debía mantener su barbilla en alto y el prestigio de su apellido por sobre todo.

Era un Malfoy, único heredero de una fortuna indiscutible, de limpio linaje y de un repudio absoluto a todo lo que tuviese que ver con los indignos hijos de muggles.

Él creía que estaba en lo correcto cuando se burlaba de ellos, de los mestizos ilusos y los asquerosos sangre sucia, sus padres habían asentado esa semilla en su alma y aquello había moldeado su carácter, por eso jamás dudó en que las causas del Innombrable eran las correctas. Un hombre que le causaba admiración, un hombre al que su padre le rendía pleitesía, el único que hacía que Lucius Malfoy se hincara y bajara la cabeza.
Nunca midió el peso de lo que implicaba ser parte de aquello que creía que era lo correcto, hasta que vio la tortura a la que eran sometidos aquellos que estaban en contra de su ideología, hasta que sintió en carne propia el horror de ver amenazada de muerte a su familia y la locura en los ojos del que creyó su amigo…

Se equivocó, y ahora sus padres y él estaban ahí. Sentados. Esperando ser trasladados para un futuro juicio. Azkaban parecía algo tan cercano ahora.

Las celdas frías de la prisión y verse rodeados de asesinos lunáticos le provocaba escalofríos.

La puerta de la mazmorra en que se encontraban rechinó.

Sus ojos, cuyos párpados estaban caídos del cansancio y que se enmarcaban en unas profundas ojeras, se dirigieron automáticamente a ella. Su madre dejó escapar un jadeo, mientras lo abrazaba por detrás.

Su padre, en cambio, se levantó. Pero ahora su desplante era una sombra del que fue. Él estaba cansado también.

Él único regocijo, lo único que lo calmaba, era saber que estaban juntos.

―Lucius Malfoy―la voz grave del hombre que había entrado a su celda transitoria hizo eco en la antigua aula.

―Kingsley―apenas fue un hilo de voz con el que respondió.

¿Qué podían hacer ahora que habían sido despojados de sus varitas? No mucho en realidad.

―Los escoltaremos hasta su casa―pronunció sin titubeos―pero sus varitas no serán devueltas todavía, creemos que es necesario un pequeño escarmiento por sus acciones.

― ¿Qué ha dicho? ―su madre dejó escapar un sollozo después de decirlo.

Él estaba helado. ¿Cómo era posible?

―Lo dicho―dijo―son libres para volver a casa.

Su madre estalló en llanto y lo abrazó de una manera asfixiante. Su padre, en cambio, más pálido que nunca, pronunció la simple pregunta que él quería plantear:

― ¿Por qué?

Kingsley sonrió, sus dientes blancos eran un contraste absoluto de su piel oscura.

―El señor Potter dijo que le habían salvado la vida en el momento preciso―no sabía cómo reaccionar―y comentó algo de haber sido obligados a actuar por una amenaza de muerte inminente―entonces él meneó la cabeza―claro que eso no quita que vayan a juicio y mientras el proceso dure, estarán siendo vigilados por Aurores a toda hora y la utilización de magia será algo a lo que deberán acostumbrarse por un periodo de tiempo indeterminado.

Con su madre llorando sobre su hombro, su padre sentado en la primera silla que encontró y él en estado de estupefacción, Kingsley se retiró, dejando a sus carceleros la tarea de escoltarlos a las afueras de Hogwarts.

Afuera el bullicio era gigantesco, familias enteras volvían a reunirse, no necesariamente de una manera placentera, muchos lloraban la muerte de sus hijos, hermanos, incluso padres. Los cuerpos iban siendo sacados uno por uno en camillas. Muchas miradas se voltearon hacia su persona, vio el odio reflejado en esos ojos dolidos. Los apuntaban con el dedo, les gritaban.

Ahora sabía lo que habían sentido los perseguidos y asesinados. Ahora sabía lo que era estar en el lado denigrado.

Y entre el mar de insultos, gritos y llantos, logró ver al que había sido su némesis durante años. Harry Potter estaba junto a sus inseparables amigos y los Weasley. Entonces vio las bajas del círculo de aquél que había hablado a su favor.

Y él todavía tenía a los suyos…

Entonces, como un imán, Potter levantó la vista y lo miró fijo. Pronunció algo a sus amigos y se acercó entre el gentío.

―Muévanse―escuchó a uno de los Aurores que los escoltaba.

Entonces él volvió a marchar, lentamente, escuchando el repudio de la gente. ¿Eran acaso los únicos que no habían logrado escapar o eran los últimos en abandonar los terrenos? Al estar encerrados… el mundo parecía haber desaparecido por el tiempo que duró su cautiverio.

―Malfoy―escuchó que pronunciaban. Potter se había acercado a los Aurores y caminaba a su lado con la vista fija al frente―hablé con Kingsley. Testificaré a su favor en el juicio.

― ¿Por qué? ―fue él el que le quitó la palabra de la boca a su padre esta vez.

―Porque tu madre pudo haberme entregado, pero guardó silencio―dijo sin mayores preámbulos―y porque vi en lo que te convertiste por el miedo que le tenías a Tom Riddle.

Hubo un silencio incómodo entre ellos. Nunca había nacido entre ellos mucha cordialidad. No, hasta este momento… ¿o era compasión?

―Buen viaje a casa―dijo luego, como si estuviera cansado. Bueno, él no se veía repuesto del todo.

Potter se alejó después de dirigirles unas cuantas palabras a sus custodios. Él lo siguió con la vista hasta que su cuello no pudo doblarse para seguir mirando atrás. Y entonces, las voces que se habían apagado de repente, cuando Potter estaba allí, volvieron con fuerza.

Y mientras cruzaban las puertas de Hogwarts, mientras veía la destrucción de la batalla, él supo que todo en lo que había estado involucrado los últimos dos años no había valido la pena y que ahora debía vivir con el peso de haber elegido mal, aunque con la esperanza de no cometer un error así de nuevo en el futuro.

Blog Fanfic: Storm Forever

Sí, es un blog que creé en Worpress hace unas cuantas horas por culpa del frío que me jodía hasta los huesos. ¿De qué trata?, como dice el título, es un Blogfanfic, aunque también puede tomarse como mitad original.

Storm Forever es un fanfic basado en el universo de la Meyer, pero con un toque distinto y desde el punto de vista de un personaje original. En realidad, la historia es BASADO EN, por lo que Bella Swan y su séquito de vampiros vegetarianos no son parte de él (por lo menos hasta ahora). La idea surgió de la manía de hacer un personaje principal más consecuente en su actuar y una historia menos pastalosa de lo que sería un romance vampiro-humana.

Dejo aquí el link a la página:

martes, 14 de junio de 2011 | By: Aline

Beyond of Times: Fanarts

De pura aburrida hoy, y antes de ir a ver Kung Fu Panda 2 al cine (sí, fui a ver Kung Fu Panda y me divertí XD), hize estos tres dibujos de las féminas de Beyond of Times, mi fics de Inuyasha que voy publicando asiduamente en FF.net, el cual tendrá una extensión de 36 cápítulos más un epílogo, y hasta ahora llevo escrito 14 y publicados 22.
Lo dibujos los hice a mano y luego hize la magia con SAI y Photoshop CS3.

Bueno, sin más:


-Kagome Higurashi:




-Keiko Sato:





-Alessa:

martes, 24 de mayo de 2011 | By: Aline

Noche de tormenta

Noche de tormenta


―Tú sabes…―le dije mientras acariciaba su mata de cabello oscuro―alguna vez, yo también fui un niño tan pequeño como tú.

Él me miró con sus grandes y temerosos ojos, aún inundados por las lágrimas y con sus pequeñas manos apretó la mía, que las acogía.

― ¿Lo fuiste? ―preguntó con su inocente voz.

―Sí―asentí―y cuando niño también le tenía tanto miedo a las tormentas como tú.

Se removió un poco al escuchar el estallido del trueno y la lluvia golpear amenazante su ventana.

― ¿Y qué hacías?

―Bueno, siempre hubo alguien que me diera su mano esas noches―él siguió mirándome ansioso―mi padre siempre estuvo conmigo.

― ¿Sí?, ¿y tú? ―susurró, encogiéndose una vez más.

―Mírame ahora―le dije con una sonrisa que le iluminó su redondeado rostro―yo crecí y entendí, que la lluvia es oscura, fuerte e incomprensible, pero… también entendí que si no es por ella, no podrías disfrutar de este mundo como lo vez.

― ¿Si es buena, por qué asusta, no sería mejor que susurrara en vez de gritar? ―sonreí.

―La tormenta es así, impetuosa, fuerte como una montaña y tan suave como tu oso de peluche―él me miró sin comprender bien―pero entiendo que te de miedo―entonces lo encaramé en mi regazo y me metí a la cama con él, arropándonos hasta el cuello―yo estaré aquí para cuidarte.

― ¿Siempre? ―pronunció mientras se acomodaba en mi pecho― ¿toda la noche? ―preguntó mientras se agarraba a mi camiseta al tiempo que un nuevo trueno retumbaba.

―Cuando la tormenta se haya ido, yo seguiré aquí, hijo.

Pude sentirlo sonreír cuando cayó dormido entre mis brazos, como cuando era un bebé, simplemente se calmó por el sonido de mi corazón y ya no hubo tormenta que pudiera contra él.

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Drabble de 292 palabras inspirado en el tema Lubally for a Stormy Night de Vienna Teng.
martes, 3 de mayo de 2011 | By: Aline

Afiliados

Post dedicado a los afiliados del blog:

Juvenil Romántica:
jueves, 7 de abril de 2011 | By: Aline

Beyond of Times: New Horizons

Como Siempre, los personajes de Inuyasha son propiedad de Rumiko Takahashi, yo sólo los he tomado prestado. 

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Capítulo II: New horizons.

            Si alguno de mis amigos me preguntara por qué miro  con tanta nostalgia el santuario del pozo, sólo respondería que grababa en mi memoria cada lugar del que fue mi hogar. Por supuesto que lo que realmente hacía era despedirme del único lugar que, alguna vez, me conectó directa y literalmente al pasado… era un secreto.

            Ahora que lo pienso con mayor detenimiento, siento como un hilo fino que sale del interior de mi pecho se vuelve tenso y aprieta mi corazón, con cada paso que doy hacia el toori. Lo veo claro mientras camino, aún cuando sólo doy vistazos rápidos, el fino brillo que se produce por el sol, como un cabello reluciente… se estira y se estira.
            Entonces doy el paso final. Entro en el taxi y el hilo se corta, un estremecimiento recorre mi cuerpo.

Cierro la boca, apretó los labios, giro el rostro. No hay forma de que mi familia me vea llorar, no por ellos, sino por el pozo. No podía ser tan egoísta y caprichosa.

Las abrazo con más fuerza de la que solía usar. Yuka, Eri y Ayumi se ciñeron a mí y entre sollozos me susurraron palabras de cariño y buena fortuna. Era verdad que a veces las encontraba extremadamente infantiles y metiches, pero las quería y separarnos después de siete años de pasar juntas era complicado.

Los últimos tres meses disfruté como pude el cariño de mi familia, a la que no vería hasta las próximas vacaciones, asistí a los partidos de Souta y lo llevé al carnaval con más frecuencia de lo usual, cociné con mamá las más variadas recetas y dejé la cocina hecha un desastre, acompañé al abuelo a sus chequeos médicos y escuché con atención sus más ridículas historias de monstruos sin reírme y sin darle a Buyo el pedazo de lengua de víbora demonio que me regaló, y que ahora se encontraba guardada en mi cuarto, pues no podía pasar con ella la aduana.
Mis amigas me realizaron una pequeña fiesta de despedida, contando a sus novios también, me dieron pequeños presentes para llevar conmigo, entre ellos una foto enmarcada de nuestra graduación en secundaria y como un regalo extra y de ocurrencia repentina… me cortaron el cabello.

Eri siempre había sido buena con las tijeras y muy por el contrario de lo que sus padres querían, ella deseaba ser estilista profesional y  cuando dejé mi cabello en sus manos, no temí que pasara algo malo. Ella cortó rápido, me lo jaló desde las raíces, lo mojó con un rociador casero y cuando me vi en el espejo con el cabello más corto y menos voluminoso, aunque más desordenado, sonreí… es un nuevo comienzo, pensé, aunque me sentía extraña, mi reflejo me complació.

Mamá enredó sus manos en mi cabello y besó mi mejilla, no dijo nada, tampoco lo hizo Souta, que se limitó a abrazarme por la cintura, ahora estaba más alto y quizás cuando regresara alcanzaría mis hombros, a cambio, el abuelo rezó por mi salud y mi buena llegada a Toronto.

            Una voz impersonal que salía de los parlantes interrumpió nuestra despedida, anunciaba el vuelo que debía abordar.

            Otra vez, aguanté las lágrimas y el escozor en mis ojos, tomé el bolso que llevaría arriba, pues los otros ya habían pasado a embarque y con un ligero y quebrado nos veremos pronto, di media vuelta sobre mis talones y caminé hacia la puerta de abordaje.

            Adiós mi querido Japón, no volveré a ti completamente hasta que las aguas turbulentas de mi pasado se calmen y pueda verlas claras como un espejo, recordar sin llorar y sonreír. Tengo que vivir mi vida, la resignación no debe tomar la delantera.

Martes 15 de Marzo, 17:25 hrs. 

Beyond of Times

Beyond of Times (A través de los tiempos) es un fanfic de Inuyasha, perteneciente a Rumiko Takahashi, autora a la cual admiro, yo sólo he pedido prestado sus personajes. 


Esta historia se ubica tras el capítulo 557, y el capítulo 558 no existe. Haciendo estas aclaraciones. Ojalá les guste. 

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Capítulo I: Goodbye, Past.

            Mi nombre es Kagome Higurashi y no soy una chica común, por lo menos no lo soy desde hace dos años y tres meses, cuando; al cumplir los quince, caí por un pozo encantado, liberé a un medio demonio; destrocé una joya, emprendí un largo viaje, me enamoré perdidamente de un bruto sobreprotector y… me separé de él.

            No es fácil retomar tu vida común y corriente, no si has vivido al límite por casi un año, y aparentar que nada pasó es más difícil aún.
            Los primeros meses fueron lo peor de todo, estaba encerrada la mitad del día pensando en el por qué… ¿Por qué justo cuando las cosas se calmaban y todos éramos libres para mirar al futuro, me cerraban las puertas para estar con los que amo?
            Nunca encontré una respuesta concreta, al menos no una que fuera más lógica que el caprichoso destino.

            No tuve elección aquella vez y tampoco la tengo ahora, el pozo se cerró sin previo aviso y me impidió siquiera despedirme de mis amigos. Quedé atrapada en este mundo, en el cual nací, pero que ya no siento mío, obligada a vivir un tipo de vida que ya no quiero.

            ¿Temes que creas que todo fue un sueño? Souta me había hecho esa pregunta en aquellos primeros meses en los que quería morirme por la impotencia, me di cuenta que tenía razón, cada parte de mí lo afirmó cuando estuve a salvo bajo las frazadas de mi habitación.
            Entonces compré un cuaderno grueso, pero de pequeño formato, en una de las librerías que frecuentaba tiempo antes de mi decimoquinto cumpleaños y desbordé en sus hojas cada aventura y cada detalle, por más doloroso o traumático que fuera… no importaba. Tener ese libro allí, relatándome imperfectamente todo lo que había pasado, me devolvía la certeza de que realmente había ocurrido.
            Esa era mi única conexión con el pasado, si mi cerebro sufría un accidente o mi memoria llegaba a fallar con el paso de los años, esa cantidad de recuerdos acumulados sobre el papel me haría volver a esos tiempos.

            El cuaderno de los recuerdos, sin embargo, no hace magia y no importa cuánto lo lea y ría por cada tontería o llore por los malos ratos que yo misma relato en él, el hecho era que las palabras allí plasmadas no me devolverían lo que había perdido.

            Sí lo he hecho, he vivido mi vida ordinaria lo mejor que mis confusos sentimientos me han permitido. He subido las calificaciones, me he divertido con mis amigos, he intentado manejar un auto sin mucho éxito, he visto en internet las carreras que me gustaría optar y he buscado universidades a las que postular, he ayudado a mi abuelo en el templo y he salido con chicos sin llegar a nada concreto.
¡Por supuesto, soy joven y tengo todo un futuro por delante!, pero siempre lo he dicho… es como si hubiera quedado traumada de por vida.

            Mamá piensa que debo cambiar de aire y dejar el pasado atrás, claro que esto no me lo ha dicho directamente sino que de forma muy sutil. La semana pasada mencionó la posibilidad de estudiar en el extranjero, tal vez debería intentarlo y decir: Adiós, pasado.

            Tal vez debería bajar las escaleras y decir sí. Canadá no suena tan mal.

Lunes 14 de Marzo, 21:47 hrs. 

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Esta historia pueden encontrarla en ff.net. Mi usuario es Aline S.V

Dime una cosa

Un fanfic de Kyokai no Rinne, pertenciente a Rumiko Takahashi. Sólo he usado sus personajes.

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Dime una cosa

Era peligroso, siempre lo había sabido, pero ella en obstinación había hecho caso omiso de las advertencias que Ageha y hasta el mismo Rinne Rokudou le habían dicho.

Es peligroso.

Podrías salir herida.

Eran algunas de las tantas palabras que le dirigían cuando la situación parecía tomar un cariz oscuro.

¡¿Pero cómo tan ciega, cómo tan tonta?!

Porque lo había sido, porque al mantenerse cerca de un shinigami significaba arrastrar a sus seres queridos con ella y eso… traía consecuencias.

―Sakura Mamiya.

―Fue mi error. Debí escucharte.

Los había arrastrado a la muerte, le habían arrebatado a su familia feliz.

―Intenté, te juro que intenté detenerlos.

Pero las palabras de Rinne Rokudou no llegaban, no la hacían reaccionar, no la apartaban del odio que sintió consigo misma ni del odio que sentía ahora por Sabato.

¡Ella estaba sola en el mundo ahora, no tenía ningún pariente al qué recurrir, no podría mantener su hogar, no podría continuar estudiando, no podría darle un entierro apropiado a los cuerpos de los que fueron sus padres!

―Sakura…

―Dime una cosa, Rokudou-kun… ¿algún día los volveré a ver? ―preguntó con una vaga esperanza.

―No lo sé, puede que algún día vuelvas a nacer de ellos.

Sakura sonrió amargamente, sin derramar una lágrima más. ¿Qué posibilidad había de que sus almas volvieran a encontrarse? Tan pocas, una fracción de una fracción. Tal vez nunca.

Y lo peor de todo… ella provocó esto.
lunes, 4 de abril de 2011 | By: Aline

Cris Taisho o Srta Kagome Taisho

Si hay algo que no soporto, es la gente que es tan hipócrita como para publicar una historia que no es suya, dígase fanfic o novela como tal, cambiándole los nombres a los personajes principales y más encima, tener el descaro de decir que no es plagio porque pone el nombre del autor en una página exclusivamente para FANFICS.


Cris Taisho (antaño Srta Kagome Taisho) es una plagiadora que se camufla con el hecho de decir lo anterior y que más encima se atreve a insultar a uno cuando le recomienda retirar la historia que no es de su pertenencia.

Al principio fui suave y lo hice mediante los comentarios anónimos de la página ff.net, porque me daba lata ir y entrar a mi sesión.

Le advertí con palabras suaves que lo que estaba haciendo no era una adaptación, sino un copy&paste descarado de otra novela. Ella no escuchó.

Luego me fui a la firme, denuncié a PLAP (sino la conocen, es la Patrulla de Liberación Anti-Plagios) para mandar los reportes pertinentes a ff.net que, por cierto, ha tenido problemas anteriores con los derechos de autor por alguna gentecilla como esta que gusta de copiar y cambiar los nombres de las novelas.

Se le advirtió que el tema no se tranza, que es plagio y punto. Que no importaba que citara a la autora, esta no le dio permiso para publicar su historia bajo otros nombres en un sitio exclusivo para fanfics, donde la trama de las historias es inventiva de uno y sólo se piden prestados personajes ajenos (a los que, supuestamente, se les respeta la personalidad)

Su respuesta fue un mensaje, muy bonito, por cierto. En el que cuestiona mi vida personal. Vaya, chica pusilánime:

A response to your review at http://www.fanfiction.net/r/6866559/

HoLa Yo ya he dicho que no estoy a hacer plagio. Será que no entiendes?????

Pesquise lo que caracteriza plagio, y verás que no esoy a hacer eso.

Hazga lo que quieras. Pois voy a continuar!

No estoy a hacer plagio!!!!!!


Y no estoy a hacer nadia de malo. Tu no tienes mas o que hacer??? Além de me infernizar la vida?

Tu eres la autora Johanana Lindsey? No. Pois ya callate! He perdido la paciencia con usted! No queria ofenderte pero tu no paras de me atormentar! Por favor pare de hacer eso! Voy continuar a publicar! Te lo repito no estoy a hacer plagio!!!!!!!!!!

NO ÉS PLÁGIO YA QUE NO TENGO LA HISTORIA COMO MÍA! CUIDATE DE TUA VIDA Y NO ME PERTUBE MÁS!

SALUDOS



¿Ven a lo que me refiero? Se indigna porque le decimos: Oye, que lo que haces no está bien, es un delito. Y monta una pataleta como buena niñita de cinco años.

Lo peor, dicha muchacha (que comparte mi edad, desgraciadamente) vienen y me imposibilita para mandar reviews o responder a su mensaje, incluido esto a los miembros de PLAP que, como siempre, se ponen a la tarea de reportar plagios y avisar a la autora para que dé de baja por la buena.

Claro, que no me quedé de brazos cruzados y me cree otra cuenta para poder responder, pues también bloqueó los anónimos para evitar que gente como nosotros le dijera sus verdades.

Primer review, después de su mensaje. ( no tengo registro de los primeros porque el primer plagio fue borrado)

A ver, querida, que es de cobardes bloquear a los usuarios que te dicen las cosas como son. Pan pan, vino vino.

A ver que voy a responderte el mensaje que me enviaste y que me has imposibilitado el contestar. Esto es lo que has puesto:

HoLa Yo ya he dicho que no estoy a hacer plagio. Será que no entiendes?

Pesquise lo que caracteriza plagio, y verás que no esoy a hacer eso.

Hazga lo que quieras. Pois voy a continuar!

No estoy a hacer plagio!

Y no estoy a hacer nadia de malo. Tu no tienes mas o que hacer? Além de me infernizar la vida?

Tu eres la autora Johanana Lindsey? No. Pois ya callate! He perdido la paciencia con usted! No queria ofenderte pero tu no paras de me atormentar! Por favor pare de hacer eso! Voy continuar a publicar! Te lo repito no estoy a hacer plagio!

NO ÉS PLÁGIO YA QUE NO TENGO LA HISTORIA COMO MÍA! CUIDATE DE TUA VIDA Y NO ME PERTUBE MÁS!

SALUDOS!

Entendamos dos puntos: Es plagio en el momento en que tomas la historia de otro sin consultarle nada y las usas a tu beneficio, y querida, lo estás usando a tú beneficio, porque todos los halagos que recibes van para ti y no hacia la verdadera autora.

Segundo,mi vida personal no te compete, aquí estamos tratando un tema de falta al copyright, cuestión que ´las mismas reglas de este sitio tienen muy presentes, pues ya ha tenido problemas por personas como tú que no entiende por las buenas que lo que haces es un delito.

Por eso te lo repetiré otra vez: CREA TUS PROPIAS HISTORIAS Y DEJA DE USAR AGENAS PARA RECIBIR HALAGOS QUE NO TE PERTENCES Y POR LAS QUE NO TIENES DERECHO MORAL DE RECIBIR.


Segundo review a otra de las historias plagiadas:

¿Otro plagio más?

Vamos a ver si entiendes: No le pediste autorización a la autora, lo publicas en un sitio directamente relacionado con historias originales basadas en universos ya creados en que sólo se pide prestado los personajes.

Tú has publicado esto, que no es más que un copia-pega de una historia de OTRA persona, cambiándole los nombres a los personajes originales como se te de la gana, eso NO es adaptación:

La adaptación literaria es la trasformación de una obra en otra, de un formato en otro, lo que significa cambiar de lenguaje por lo que debe considerarse como una creación independiente. Por ejemplo, la adaptación de un libro al cine, ya no es un libro, si no una película, la cual funciona por su cuenta y desde la perspectiva de quien la haya realizado.

Otro más para que entiendas lo que es adaptación:

una buena adaptación no necesariamente es una fiel copia de lo escrito, si no una obra completa e independiente de su madre literaria. O también podría ser un resumen o una mejor vista de un libro o una obra literaria

¿Se entiende? Lo que tú haces es un copiar y pegar, no es una adaptación porque estás usando las palabras textuales de otra person. La adaptación es recrear desde tú punto de vista una historia y transformarla en otra visión, buena o mala es relativo, pero no vienen a ser el escrito original.

Porr eso, si te interesan tanto estas historias, haz una basándote en ellas, pero no vengas aquí a publicar historias que no te pertenecen y a alegar que no haz hecho nada malo, pues esa actitud es de hipócritas.



Ah, sí, por si fuera poco, se digna a subir otra historia más plagiada.

A estas alturas, espero que los administradores de la página puedan ver los reportes de abuso, para que saquen de circulación a esta tipa o la baneen. Porque es una multi-plagiadora, entre escritos en portugués y español. En su otra cuenta tiene unas treinta y tantas historias.

Que pena, que la gente no tenga inventiva para crear sus propias historias y se escude en estos plagios (que ellos mal llaman adaptaciones)
lunes, 21 de marzo de 2011 | By: Aline

AyeC C.VII

Lento pero seguro

Enseñó los dientes al tiempo que le gruñía a la intrusa que acababa de entrar a su habitación, Elizabeth mantenía su rostro serio, pasando de largo su clara amenaza, Alexia dejó escapar otro gruñido y se acercó a la ventana donde presionó la mano contra el vidrio, deseaba salir, necesitaba sangre en ese mismo instante, su cuerpo se lo pedía y su bestia interna se removía ansiosa. El castigo había terminado al ponerse el sol, y aunque sabía que había tenido muchas oportunidades para escapar del encierro, hasta la misma ventana no estaba asegurada, su lado racional la ataba a la cama en un ejercicio de autocontrol.

―Bajaremos de cacería a los campamentos―comentó la mujer. Su rojiza cabellera se movió levemente cuando se giró sobre sus pies, el gesto era claro, quería que la siguiera. Alexia se lamentó internamente, hubiese deseado que Arturo la llevara de caza, se sentía más a gusto con él que con ella.

No protestó cuando Elizabeth le comentó que seguirían pasos similares a los de aquella primera cacería, el arte de acechar y de la elección era lo primero que debía aprender, decía la vampiresa en un tono un tanto lejano. Alexia agradeció aquello, el hecho de que no la llamara querida mía o tratara de acariciarla, la reconfortaba.

―Los humanos tienden a ser realmente estúpidos―comentó de pronto. Alexia giró el rostro, sus ojos habían estado fijos en un par de niños que eran regañados por su madre―saben que no deben jamás alejarse de los sectores señalizados, pero lo hacen igual. Son tan obstinados y autodestructivos, no se dan cuenta del peligro que acarrean sus decisiones―su cara se desfiguró en una sonrisa sádica―no podemos dejar a ningún integrante de la familia vivo…

―Son cinco―susurró, tenía la sensación de que la boca se le llenaría de saliva, lo cual no pasaría, en cualquier momento de tan sólo recordar el agradable sabor de la sangre y la sensación de ésta bajando por su garganta.

―Lo suficiente para ti y para mí―respondió complacida por la recepción de su protegida.

―Me parece bien―sonrió. Necesitaba beber ya, pero su instinto era reprimido por una voluntad que intentaba reforzar.

Sus uñas se clavaron en la corteza del árbol, aferrándose a su ente racional, tenía que observar bien, elegir con cuidado. Eran cinco después de todo, el hecho de que uno escapara ya sería un riesgo, debían ser rápidas con cada uno, nada de juegos ni actos sexuales para hacer más sabrosa su comida, no, en esta ocasión lo que primaba era el mantener el silencio.
Alexia alzó los ojos, sin darse cuenta, había comenzado a jadear, pero no lo suficientemente fuerte como para alarmar a los humanos que acampaban unos metros más allá. Elizabeth le sonrió, regodeándose de verla sometida.

― ¿Cuáles quieres? ―preguntó cortésmente en un susurro que denotaba sus ansias.

― ¿Está bien si me quedo con los adultos?

― ¿Podrás con los tres? ―preguntó.

―No lo sé, pero si algo sale mal, lo arreglaré―anunció mientras quitaba la mano del árbol y se levantaba―He esperado tres días.

―Ve entonces, te seguiré de cerca―insinuó.

Alexia no lo pensó dos veces y se dejó caer frente a la familia, que soltó unos cuantos gritos al verla aparecer repentinamente. Los padres, instintivamente, empujaron a los niños hacia a su abuelo para resguárdalos, era un acto bastante previsible. Ella sonrió y se acercó con ligereza a su primera víctima, el hombre hizo ademán de golpearla con la cocinilla ante su avance, era obvio para ella que los humanos presentían que era peligrosa, pero lo distrajo un segundo movimiento detrás de ellos. Lo niños volvieron a gritar, asustados por las repentinas apariciones y de la cercanía de la otra mujer, más terrible y sádica inclusive que ella misma.
Elizabeth formó una siniestra sonrisa y saboreó sus labios, los niños la miraron fascinados y aterrorizados al mismo tiempo y el anciano los empujó cerca de sus padres, poniéndose él enfrente. La vampiresa mayor mostró sus afilados colmillos, y se abalanzó sobre el hombre.

No importaba cuán rápidas fueran las reacciones humanas, jamás podrían superar la fuerza y la sed del vampiro. Alexia recibió de lleno al anciano y lo mordió sin mayores preámbulos, abrazándolo con tanta fuera que le quebró las costillas.

Elizabeth sonrió y arremetió contra el padre que, en un intento vano, atacó a la neonata. Sólo fueron un par de golpes, lo suficientemente fuertes como para noquearlo y luego se dirigió a la madre que intentaba huir con los niños.

Alexia gritó de alegría al soltar al anciano, pero su sed estaba lejos de aplacarse y no dudó dos veces en pasar por sobre el hombre muerto para tomar a su siguiente víctima del cuello. El padre inconsciente jamás pudo defenderse de su ataque. Oh, qué pena.

― ¡No, por favor! ―gritó la madre. Elizabeth le sonrió mientras terminaba por romperle los huesos de sus piernas y la dejaba a merced de su compañera― ¡por favor! ―rogó la desdichada mujer, que vio impotente como la vampiresa tomaba a uno de sus hijos y le clavaba los dientes de una sola vez mientras sostenía al otro para evitar su huída.

Hubo otro golpe, la madre volteó el rostro horrorizado hacia el sonido. Alexia se levantó de su lugar, relamiendo los vestigios de la sangre ajena, sonrió tétricamente a la mujer en el suelo, que intentó levantarse patéticamente. No podía huir ni proteger a sus hijos.

El niño muerto cayó a un lado de ella, la mujer estalló en llanto al ver a su hijo mayor con los ojos blancos y la boca reseca abierta. Trató de hacer acopio de sus últimas fuerzas, pero le fue imposible avanzar más de unos centímetros para alzar el brazo en busca de su hijo menor que ya era tomado en los brazos de la sádica pelirroja.
Fue en ese momento en que Alexia, tiró con fuerza de los hombros de ella y descubrió su cuello. La mujer vio a su hijo removerse en los brazos de la mujer, mientras ésta le clavaba los colmillos, mirándola, disfrutando como ella se retorcía de dolor.

―Gracias por la cena―ronroneó Alexia antes de hacer lo suyo la madre.

Alexia descuartizó sin ningún remordimiento a sus víctimas, apartó de su cabeza las ganas de hacer arcadas y de gritar a medio mundo que lo que hacía era totalmente incorrecto y deplorable. Ella no era humana, ella no se regía por sus leyes, se repetía mientras esparcían los restos por las montañas para que los pumas se chuparan las garras y desaparecieran de la faz de la tierra todo vestigio de que hubo una matanza en el valle.
Elizabeth recorrió el campamento con interés luego de cumplir con su obligación de esparcir los restos humanos, rasgó las carpas, tomó el cepillo para el cabello de la mujer, algunas que otra ropa de esta y una vieja radio a pilas, el resto de las cosas que aún quedaban fueron destrozadas y luego quemadas sobre la fogata que la familia había hecho antes del ataque. Tan pronto como todo estuvo montado, ambas se sonrieron y emprendieron viaje hasta la vieja casa en la que moraba el clan.

Arturo tomaba su mano mientras dormía y recuperaba la energía perdida, era una constante. Al comenzar a amanecer, él la conducía por los pasillos en silencio, ambos sin dirigir palabra alguna al resto de la familia. Él la recostaba como si fuera una niña pequeña, acariciaba su rostro mientras sus parpados caían lentamente y le bloqueaban la visión, mientras sus otros sentidos se agudizaban automáticamente. Arturo permanecía allí todo el tiempo que ella necesitaba, desde el amanecer hasta la puesta de sol al principio, luego, las horas fueron disminuyendo con rapidez, con cada trozo de experiencia, su cuerpo parecía hacerse inmune a la luz del sol, por lo menos en el sentido soporífero. Cada vez estaba más consciente de lo que ocurría a su alrededor, ya no sólo escuchaba, olía y sentía, sus cuerpo a veces dejaba de ser una perfecta piedra y lograba moverse, aunque fueran unos centímetros y sus ojos que se mantenía dolorosamente estáticos en esa tortura ahora podían moverse bajo sus párpados.
Hubo una ocasión en que apretó la mano de Arturo con fuerza cuando él dejó de hablarle un rato y él, con una suave y hermosa risa de niño, comentó de su fuerza bruta.

Cazar ya no le era tan inmensamente difícil, las noches de casería ya no eran largas ni tan frecuentes, habían comenzado a alejarse unas de otras y la ansiedad de sangre se volvió cada vez más soportable.

―Estás aprendiendo rápido, querida Alexia―había comentado Héctor mientras la invitaba a una copa de espesa sangre. Ella todavía no podía comprender de dónde la sacaba ni cuál era su fijación por beberla como todo un catador de vino.

―Supongo que podrá retractarse de sus palabras algún día―comentó ella antes de llevarse la copa a los labios y tragar el delicioso contenido.

―Sólo si demuestras tu valía dentro de los nuestros.

Y aunque el comentario la molestó, pues sabía gracias a los comentarios de su querido amigo y los susurros provocadores de la preferida Elizabeth que, para un neonato, avanzar a la velocidad en la que lo estaba haciendo ella era una sorpresa de por sí.

A los dos años dejó de contar los días del asesinato de sus padres, a los dos años dejó de intentar buscar respuestas en los diarios olvidados en las plazas de aquellos pueblos del valle. Dejó de sentirse culpable por lo ocurrido, comenzó a aceptar quién era ahora sin olvidar lo que fue alguna vez y siguió esperando el momento exacto para bajar en busca de su hermana.

No importó cuántos animales mató a falta de humanos en la zona con los cuales alimentarse sin levantar sospechas, ni cuantos campistas y aventureros descuartizó, ni hablar de aquellos que buscaban fortuna dentro de minas abandonadas. ¿Cuántas veces saldrían titulares de gente extraviada en las noticias? No importó, su meta estaba fijada ya. Y cuando Héctor anunció la hora de marchar de la zona pues el peligro de ser descubierto había aumentado, ella sólo pensó en el momento del regreso. Esperando que para ese entonces, su hermana siguiera viva y ella estuviera lo suficientemente preparada para hacerle frente.
miércoles, 9 de febrero de 2011 | By: Aline

Dibujos, dibujos y más dibujos (lalala)

No es una historia, ni un relato, como se habrán dado cuenta con tan sólo leer el título de este pequeño post. En realidad sólo es una compilación de dibujos hechos recientemente o no tan recientes tambien, que conste que... aunque tengo muchos fanarts, engo que ir a buscar el disco extraible para subirlos y en este minuto minutero... me da pajita.

Como sea, aquí les dejo algunos que tengo guardados en el notebook y que debería guardar en el extraible por cualquier impass, pero me da lata (que floja soy):



(Esta es Alheia Varileth, protagonista del Llamado de la sangre, una historia que está a un capítulo de finalizar, aunque debo revisarla por obvias razones)



(Marina y Vhardem de una historia no publicada en internet, y que no pienso publicar aquí, es mi primer trabajo en prismacolors y ¡es una reverenda melda!)



(Fanart de IY de un fic loco -_-)

Puedo decir que estoy aburrida y no puedo ir al cine. Quiero ir al cine y ver el Cisne Negro.