martes, 21 de septiembre de 2010 | By: Aline

Réquiem

Réquiem

El corazón grita desesperado y se vuelve miles de pedazos, carne muerta en tu pecho. Te refugias en el llanto, escondida en un rincón de tu angosta habitación y te preguntas una y otra vez lo mismo: ¿Por qué tú?
Él golpea la puerta insistentemente, tapas tus oídos para no escucharlo. Quieres olvidarte de que existes, pero lo cierto es que lo haces y no importa cuánto hagas, él terminará entrando. Lo sabes, pero aún guardas esperanza.
La puerta se abre, el seguro se ha roto de nuevo. Él se tambalea mientras entra, te sonríe y se acerca.

No puedes escapar.

Él te sujeta y te tira sobre la cama, tú te rindes, porque sabes que aunque grites nadie te escuchará, ellos harán oídos sordos y olvidarán, una vez más, que mereces respeto.

Oh sí, sabes que nadie te rescatará y que el único camino que queda para tu alma maltrecha es la muerte, porque aunque salgas de estas paredes que te ahogan, no hay lugar para ti en un mundo que nunca has conocido.

Llámame, añórame más mientras él te destruye, sólo espera un poco más… sólo deséame un instante más y yo llegaré a ti, te tomaré entre mis brazos y te alejaré del dolor.

Sólo añórame, niña linda, coge mi mano. Alcánzala. La Muerte siempre estará a tu servicio.

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