miércoles, 3 de noviembre de 2010 | By: Aline

Loreley

Loreley

Loreley, Loreley… así es como la llamaba. Era el nombre de una doncella destrozada por dentro, que había sucumbido a las aguas del río Rin. La consideraron maldita, le temieron y la adoraron hasta que ella, inesperadamente, desapareció.

Loreley era el nombre que le había dado y muy probable también era que no entendiera nada. Mis palabras entraban por sus largas y membranosas orejas, pero no tenían sentido para su ser. Loreley, enjaulada… la criatura más extraña sobre el planeta, tanto que despertaba la curiosidad malsana y la obligaban a reprimir su canto en el hermetismo del silencio.

Loreley, no sé si es lástima lo que siento por ti, pero el ver tu rostro triste, el cómo reniegas de la comida y que intentas esconderte de la vista nuestra, me hace preguntarme durante las noches si extrañas a los tuyos, o de plano si habrán más como tú, y si eres capaz de amar.

Loreley, me siento un monstruo. Soy tu carcelero y tu guardián, debería sentir repulsión o, en un último caso, indiferencia; pero tus ojos me hechizan y me destruyen por dentro.

Loreley, tu larga cola dorada azota el agua al verme, ¿estás emocionada o me temes?
Loreley, nadas hasta mí y te expones tu torso desnudo, destilas aguas por tus cabellos y alzas tus brazos hacia mí.

Loreley, quieres ser libre.

Loreley, estás sonriendo, tu cola desaparece, dos piernas toman su lugar. Apenas puedes caminar, pero te aferras a la esperanza, tu rostro lo demuestra. Te sostienes en mí y yo te cubro de los ojos ajenos, el camino al mar es largo, pero eso realmente no te importa.

Loreley, tus pies tocan la arena, tu risa inunda mis oídos. Tus encantos me están matando. ¿Por qué no tengo cola como tú?

Loreley, el agua roza tu cuerpo desnudo, caminas lentamente hacia lo profundo, te sigo de cerca para asegurarme que no te ocurra nada. Loreley, extiendes tus brazos, tu rostro busca la luna llena.

Loreley, estás diciendo adiós.

Loreley, desapareces bajo el mar, no sé por qué te busco si sé que no regresarás.

Loreley, tomas mi mano de improviso y me jalas a la profundidad, apenas logro vislumbrar tu rostro, pero tus ojos azules centellean en la oscuridad. Tu canto hipnotizante lo oigo tan claro, me embelesa.

Loreley, tus labios son muy suaves, como fina seda, los presionas contras los míos, ¿es tu manera de dar las gracias?

Loreley, te has ido, el mar ya no me trae tu voz melodiosa. Sé que ya no volverás a acercarte a la costa, que es un riesgo que no tomarás. A mí ya me has dejado atrás, soy humano. Loreley, no importa cuánto lo desee…

… Alcanzarte me es imposible.

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